miércoles
Onirico
Me desperté, la sensación era como un golpe en la nuca, un golpe seco, frío.... no recuerdo mucho de lo que había pasado esa noche, tenia una leve sensación de sequedad en la boca, y el sonido del ventilador daba una sensación de que el tiempo se había parado. La habitación estaba a oscuras, no y el hedor a cuerpo y sudor invadía el lugar, la pestilencia era demasiada y el estomago se revela, grita, se sacude, abriendo sus fauces para liberar el contenido.... incorporase era imposible, la estabilidad del cuerpo de pie era una utopía, solo podía girar mi cabeza, lo cual agrava el golpe en la nuca.... el calor era insoportable y el hedor de la ultima rebelión de mis entrañas daba al lugar el aspecto del peor de los rincones del inframundo... trayendo recuerdos esporádicos de aquella noche trágica... El olor me parecía conocido, lo había sentido antes esa noche, era el olor de bajo, de las calles que no tienen nombre ni lugar en la ciudad, donde los gatos se mezclan con borrachos en las noches calurosas que invitan escapar de la cordura. No era la primera ves que recorría estos pasajes perdidos de la ciudad, los hacia varias veces en la semana, respondiendo a un instinto de autodestrucción, para luego jurarme no volver a cometer el pecado... Pero esta noche era especial, el vaho era mas pestilente de los demás, y los borrachos caminaban mas despacio, esquivando botellas y famélicos perros sarnosos; el bajo siempre tubo esa fealdad digna de admirar. Caminé durante un par de minutos y entre al primer de los bares que encontré abierto, una pequeña habitación con un cartel pintado sobre el frente, ofreciendo una copa y una salida a los placeres carnales por unos centavos. Entre, el lugar tenia el aspecto de que alguien mas grande que la habitación se habría revolcado en le lugar, había mugre por todos los rincones y las mesas estaban solitarias sin mas compañía que unas sillas medias rotas, el cantinero tenia la cara mas horrible de lo que hubiera recordado, ya había entrado antes a este lugar, y las marcas de la viruela parecían cicatrices de perdigones de un disparo que lo tendría que haber matado.... Pedí lo mismo de siempre, ginebra, que sabia a pura mierda , pero atontaba el cerebro y no permitía que el olor a orín de nauseas, el lugar estaba solitaria y aparte del cantinero solo había una pareja de viejos, jugando cartas, y apostando la comida de su familia solo por un poco de honor. Si, todavía existía el honor en el bajomundo.... maravilloso lugar. Habría pasado media botella cuando entro, su aire no pertenecía a ese lugar, tenia la porte señorial y una mirada que solo los inmundos como yo suelen reconocer, no era demasiado joven, ni estaba vestida con sus mejores ropas, pero había algo maravilloso que me atraía, no podía resistirme a mirarla, su cabellos era hermoso, caía sobre los hombros, largo y sedoso, del negro mas brillante que había visto jamás. Paso junto a mi moviendo sus caderas, como lo hacen las cocot de los prostíbulos mas elegantes, con ese aire de inmaculado pecado, y me dirigió una mirada cómplice y se sentó a dos banquetas de la mi posición, pidió un anís, y se acomodo el pelo de la manera mas aristócrata que hubiera podido, causando en mi una erección. No entendía mucho, una mujer en ese antro es algo difícil de concebir, pero una mujer con clase era algo imposible, tenia que hacer algo, decidirme a enfrentar la fantasía para darme cuenta de la realidad, no podía estar pasando esta noche.... pensé que me estaba volviendo loco, pero era demasiado real, la imaginación no podía jugarme una broma así era demasiado real, entonces me acerque y intente hablar, pero esta ves el alcohol me jugo una mala pasada y no pude hablar, ella solo reía, y me tomo la mano con delicadeza, y sonriendo dijo que no debería beber tanto si iba a caminar solo por estos lugares de mala muerte, y ofreciose a acompañarme. No recuerdo cuanto tiempo habré estado en el bar, ni cuanto en casa de esa mujer, solo recuerdo que al salir del bar, el aire caliente, me mareo y caí al piso de frente, ella me ayudo a levantarme y me ayudo a caminar, como a un herido de guerra que un compañero levanta... caminamos un poco así juntos y abrasados, cuando me di cuenta que tenia otra erección, con solo tocarle el pelo , ese pelo negro y suave al tacto... estaba excitado y no podía disimularlo, y ella lo sabia..... me llevo a su casa, mierda, no puedo recordar mas nada solo eso se me viene a la mente, esa masa de pelos.... esa maldita masa de pelos que arranque de un solo tirón cuando después de que nos buscamos para entregarnos al mas beneplácito de los instintos, la bese violentamente y agarrándola por esa suave y negra cabellera, para besarla nuevamente, la arranque, me quede con esa inerte y muerta masa de cabellos negros, y descubrí una horrible calvicie en esa mujer, me quede con lo que me había llevado hasta allí en la mano.... no pude resistirlo y vomite sobre ella, vomite sobre la mujer una y otra ves, y eché a correr hasta mi casa es lo ultimo que recuerdo, eso y la peluca... y correr a casa y soñarla de nuevo....
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